David Keith realizaba estudios de posgrado en 1991 cuando un volcán hizo erupción en Filipinas y envió una nube de cenizas hacia el borde del espacio.
El dióxido de azufre expulsado por el monte Pinatubo se propagó por la estratósfera y reflejó parte de la energía solar hacia el exterior de la Tierra. En consecuencia, las temperaturas promedio en el hemisferio norte bajaron alrededor de 0,5 grados Celsius el año siguiente.
Hoy, Keith cita ese suceso para validar una idea que se ha convertido en el trabajo de su vida: cree que sería posible bajar la temperatura en todo el mundo si se lanza intencionalmente dióxido de azufre a la estratósfera
Este tipo de intervenciones radicales se consideran con más seriedad ahora que los efectos del cambio climático se intensifican. Las temperaturas globales han alcanzado máximos récord 13 meses consecutivos. Los científicos esperan que el calor siga en aumento por décadas. La principal impulsora del calentamiento, la quema de combustibles fósiles, continúa casi sin cesar.