Colombia, un país referente en el hemisferio, con más de 50 millones de habitantes, con activos estratégicos y riquezas naturales incalculables, dos océanos y más de ¼ de su territorio perteneciente a la gran selva Amazónica. Pero sin una capacidad de defensa y disuasión real, creíble y sostenible, que le permita defenderse y evitar confrontaciones regionales que históricamente se activan, fruto de los diferendos fronterizos históricos o de intereses políticos y económicos.
La disuasión es una estrategia que sirve para que un posible adversario desista de llevar a cabo una acción que no es deseable, pero para que esta estrategia sea creíble, debe tener ciertas características fundamentales. Debe existir la capacidad física para hacer daño; debe ser creíble, lo que quiere decir que se tiene la voluntad política para hacer uso de ella en caso de ser necesario y debe ser comunicada, es decir el adversario debe saber de la existencia de esa capacidad.
Actualmente, la única capacidad estratégica de defensa nacional es el Escuadrón 112, este Escuadrón cuenta con el sistema de armas Kfir, una aeronave de combate multirol de 3ª generación, supersónico
(Mach 2.0) construido por la compañía Israel Aerospace Industries (IAI) en los años 70 (específicamente a partir de 1976) y que llegó al país en 1989. Esto nos indica que es una flota con más de 48 años de fabricada y 35 de servicio en el país; no es necesario ser un experto para ver la obsolescencia del equipo, pese a las diferentes modernizaciones y actualizaciones que la FAC ha realizado a lo largo de su operación. Las dos principales actualizaciones realizadas a los Kfir, fueron el proyecto MOFET por un valor de $503.606 millones de pesos y Colloseum por $389.941 millones de pesos; estas modernizaciones han permitido mantener una capacidad disuasiva, mejorando el radar, la guerra electrónica y el sistema de armas.
Por otra parte, la FAC ha mantenido esta capacidad estratégica y disuasiva con grandes esfuerzos, especialmente en el entrenamiento de sus tripulaciones y en la capacidad de interoperabilidad, participando en varios ejercicios operacionales internacionales como Red Flag.
El problema del sistema de armas Kfir va más allá de su clara obsolescencia, la logística del sistema es insostenible, tanto por su alto costo (alrededor de $ 20.000 dólares la hora de vuelo), como por su ineficiencia y bajo alistamiento, resultado de que ya no hay aviones kfir operando en el mundo y que estamos en manos de un único proveedor, el fabricante. Durante los últimos 3 años, el alistamiento de la flota ha sido muy bajo, lo cual no es una capacidad disuasiva real. Por otro lado, los sistemas de armas principales, como son el radar y los misiles, también están llegando a su vida útil, lo cual pone aún más en riesgo la seguridad y la defensa de la nación.
Además de la complejidad logística, la seguridad de vuelo también se ve afectada por la vejez de la flota, pese a los grandes esfuerzos de la FAC. A partir del 2015, la FAC tuvo que rediseñar el sistema logístico, redoblando esfuerzos y reduciendo los tiempos entre inspecciones, como resultado de las duras lecciones aprendidas en accidentes aéreos sufridos por estos aviones (4 accidentes de Kfir entre el 2010 al 2014); uno de ellos, causó la pérdida irreparable de la vida del piloto.
A raíz de esos accidentes, la FAC creó el programa NARO (Nivel Aceptable de Riesgo Operacional), con el fin de mejorar la confiabilidad de las aeronaves a la hora de salir a volar y cumplir las misiones propias del escuadrón. Esto significó una reducción entre los mantenimientos programados, causando mayor empleo de horas hombre por cada hora de vuelo, así como una mayor rotación en los componentes críticos de la aeronave, lo que en suma, disparó el valor de la hora de vuelo del equipo Kfir, con unos costos que cada vez son mayores debido a la falta de proveedores de partes y repuestos para las aeronaves.
La plataforma de armas Kfir que es una aeronave de tercera generación, es inferior a sus pares en la región; como son: El SU-30 venezolano, Mirage-2000 y Grippen de Brasil, F16 B50 de Chile y el Mig-29 de Peru. El radar y misil del Kfir, son de menor capacidad, lo cual impide proteger adecuadamente los activos estratégicos de la nación (refinerías, puertos, centros industriales) y especialmente el territorio de la Amazonia.
Solo una plataforma de aeronaves de superioridad aérea, tiene la capacidad de proteger la soberanía nacional; casos como la interceptación de dos bombarderos Rusos Tupolev TU-160, realizada el 30 de Octubre del 2013 o la interceptación realizada la mañana del lunes 19 de Abril del 2013 a un avión Ilyushin Il-96-400VPU de inteligencia estratégica, perteneciente al Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa (FSB); son la muestra que solo aeronaves de alto rendimiento, con Radar de interceptación y sistemas de guerra electrónica, pueden proteger el espacio aéreo nacional y son una capacidad disuasiva real y creíble.
La FAC, de acuerdo con su plan estratégico y estudio de capacidades al 2042, había establecido finalizar la operación del equipo Kfir en diciembre del 2023. Por esta razón, han realizado desde el año 2012 diferentes estudios, los cuales han presentado a los gobiernos de turno, para el reemplazo de la flota; la pérdida súbita de esta capacidad tendrá consecuencias estratégicas muy graves para el país.
Perder la capacidad de superioridad aérea tiene como consecuencias:
- Pérdida de la única Defensa estratégica de la nación.
- Pérdida de Superioridad Aérea y dominio del aire.
- Disminución de la Libertad de acción para las tropas de superficie y mar.
- Protección del espacio aéreo contra narcotráfico (Interdicción aérea con plataformas de alto rendimiento).
- Perdida de Interoperabilidad (con USAF- OTAN).
- Perdida de la capacidad de Ataques estratégicos.
- Disminución de Apoyo a la guerra electrónica.
- Perdida de Escolta aérea a las plataformas de alto valor estratégico.
- Perdida de la capacidad de Formación avanzada de pilotos.
Igualmente, se puede decir que, perdiendo la capacidad del Escuadrón de Superioridad Aérea, podemos regresar a la década de los 90, en donde las aeronaves del narcotráfico cruzaban los cielos Colombianos sin que hubiera manera de disuadirlos de violar nuestro espacio aéreo, en los últimos años los carteles de la droga han estado utilizando aeronaves de alto rendimiento, que no podrán ser interceptadas.
Con el retiro inminente de las aeronaves KFIR por su obsolescencia, se compromete la soberanía del país, se pierde la única capacidad estratégica de defensa y la capacidad disuasiva que evita conflictos. El costo de un proyecto de aeronaves de superioridad aérea (hoy a partir de 2.000 millones de dólares), el cual se financia en más de 15 años, no es alto para un país del tamaño e importancia regional como
Colombia; por lo tanto, hoy más que nunca es fundamental tomar “la decisión política” de reemplazar la flota de aeronaves de superioridad aérea (ASA), para mantener la capacidad de defensa estratégica del País. Además, una vez perdida la capacidad, recuperarla puede costar hasta el doble en función del tiempo y el presupuesto requerido.
Estas armas se adquieren precisamente para evitar conflictos y mantener la soberanía; sí el valor del proyecto de aeronaves de superioridad aérea parece costoso, es más costoso probar una guerra y más grave aún “perderla”.